
Hasta mí, llega el sonido del mar,
ese aroma que prodigan tus letras
llamándome, acariciando mis manos
y secando el llanto que indómito
se desliza entre los parpados.
Deje resurgir los arcanos
y con la misma fuerza de entonces
sigo siendo tu amanecer azul,
ese jazmín que tú dibujabas también,
esa esponja que absorbía el aire de tus versos,
y acariciaba la luz de tu palabra poeta hermano.
Se que me lees y me recuerdas, se que tus ojos
me miran con inmenso cariño y también sé
que tus manos apartan de mi lado las desdichas.
Cada atardecer a cierta hora mi verso enmudece
mientras la lluvia que brota de mis ojos
deja las cuartillas en blanco y esparcidas sobre la mesa
quieren correr en paralelo con las tuyas.
Todo se queda en la antesala del silencio
vuelvo a la realidad y dejo que mi alma libere su emoción
para seguir escribiendo.
Un fuerte abrazo y todo mi cariño que es eterno.
Amanecer Azul, siempre lo seré para ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario